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martes, 6 de diciembre de 2011

Un testimonio emocionante


Una de las cosas útiles que ofrecen las redes sociales es la capacidad de conectar a antiguos compañeros de colegio, instituto, universidad…que tras muchos años se han perdido la pista, pero que en ellos permanece intacto un fuerte vínculo que les unió en una de esas etapas tempranas que contribuyen a forjar una parte muy importante de sus vidas.

Voy a transcribir literalmente, salvo los nombres que puedan revelar a sus protagonistas, el mensaje que “colgó” en una red social uno de esos antiguos alumnos que se reencontró con viejos compañeros y entrañables recuerdos.

La autenticidad y franqueza de sus palabras es emocionante y un ejemplo de humildad, que es la condición sine qua non para poner siempre las cosas en su sitio:

“Me imagino, que cuando dices que en mi promoción hubo hasta gente que estuvo en la cárcel, lo dices por mí. Si yo fui el típico rebelde, al que al final expulsaron, nunca aprobaba en el colegio, de ahí pasé al instituto, me encantó estar con tías en la clase, aprobaba porque me daba vergüenza catear delante de las tías…cosas de la juventud.

Hablar del colegio es difícil… depende de la época, mis sobrinos han estado después y hasta dejan fumar, me cuentan que Don Pedro lee el ABC !que cosas con lo rojo que era! al final resulta que algo de razón si tenía. También recuerdo a Don Manuel, pensaba que era demasiado duro, no me llevaba muy bien con él, pero me demostró mucho, yo no hubiera ido nunca a visitarlo a la cárcel a él, pero él no es rencoroso… él es bueno y un día estaba en el talego me llaman a locutorio y era él, Don Manuel, jamás lo olvidaré todas las noches rezo por él.

P.D. cuando joven más de una vez pensé en quemar el colegio, si tuviera un hijo y pudiera…lo llevaría a mi colegio, eso es lo que creo hoy”

lunes, 24 de octubre de 2011

La sonrisa


"Este restaurante lo empecé con Norma. Yo cocinaba y ella atendía, era una cuestión de dos. Me acuerdo que siempre discutíamos por qué venía la gente. Ella decía que por la cocina y yo decía que por su atención. Es que Norma era una cosa... Ella sí que era la especialidad de la casa. Con esa sonrisa que tenía, ¡qué cartel luminoso! Imagínate, entraba la gente y se encontraba con esa pintura. Y ahí aparecía la Norma verdadera, más alegre, más luminosa. Y claro el cliente pasaba y creía que había entrado en el paraíso. Entonces ella pedía que la siguieran que les iba a llevar a la mejor mesa, y todos se lo creían, porque si ella te llevaba era la mejor mesa. Te hacía sentir como si fueses el único. Nos reíamos porque cada vez que iba a la cocina, todos, mujeres, niños, hombres... se quedaban embobados mirándola. No sabían si seguían en la Tierra, si era un fantasma... Tenían miedo que no volviera... Y ahí los volvía a sorprender..."
De la pelicula El hijo de la novia (2001) de Juan José Campanella.

"...evidentemente, la sonrisa debe ser natural, sincera y no forzada (el cinismo está de moda), porque todo lo que no lleva el sello de la autenticidad, suele estar condenado al fracaso. Lo que triunfa son las sonrisas que nacen de lo hondo del corazón. Por ello, si tiene que seleccionar personal para su negocio, sobre todo si es de cara al público, busque personas que “sonrían por vocación“. Se puede enseñar a sonreír, claro sí, pero es mejor y más rápido rodearse de personas que lo hacen desde el convencimiento."
Francisco Alcaide Hernández